DUERMEVELAS
El sol desaparece;
la luna comparece.
cuando el ruido se desvanece.
Una misma realidad
que habita en un cuerpo distinto,
como las luces de la ciudad
cuando despiertan tus instintos.
La noche se desnuda ante el frío
Y el día se abriga a la lumbre
Un mundo antagónico e idílico,
formado por extrañas costumbres.
Conozco bien el cielo nocturno,
siempre con ese vestido de luces,
pero cómo cambia el firmamento diurno
cuando se observan las nubes.
Ciudad de gatos en el teatro del insomnio,
Esa es Madrid, villa de locos, un gran manicomio.
Aunque no soy un gran aficionado a la poesía ( siento si con este intento de poesía he herido la sensibilidad de algún posible rapsoda ) siempre había querido componer una lírica sobre la noche. Supongo que es una bonita manera de describir mis sensaciones acerca de un momento tan misterioso, atractivo y mágico como lo es el instante en el que llega el crepúsculo. Este espacio dedicado a la difusión de la cultura nocturna madrileña me ha brindado la excusa perfecta para intentarlo.
Para las antiguas civilizaciones la noche siempre ha tenido un significado muy especial. Era el momento en el que los antiguos se comunicaban con los espíritus, así como el instante en el que los muertos deambulaban sin rumbo. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en la Península Ibérica. Según la ancestral mitología vasca cuando una persona moría pasaba a formar parte de la noche. Entre tinieblas, las almas eran guiadas por la luna, que en Euskera se dice “ilargi “ ( luz de los muertos). La luna conducía a las almas hasta la morada de la diosa Mari situada en una cueva que algunos la sitúan en la cara este del monte Anboto ( País Vasco ). Sin embargo, hoy, paradojas de la vida, la mayoría de la gente se siente más viva de noche que de día.
Bienvenidos a este espacio dedicado a vosotros.
Un saludo:
Un saludo:
Gato Pardo.
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